Las celebraciones de la Semana Santa en Sevilla, junto a las de la Feria de Abril, son conocidas como las Fiestas de la Primavera.

Desde el Viernes de Dolores hasta el Domingo de Resurrección, unas 70 Hermandades sacan sus imágenes religiosas en procesión a recorrer las calles de la ciudad para conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Cristo.

Esta tradición, que tiene algún antecedente durante la Edad Media, fue adoptada de forma generalizada por las hermandades de Sevilla en el siglo XVI, tras el Concilio de Trento.

Las procesiones de Semana Santa

Las procesiones de Semana Santa, a excepción de las del Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión, van a la Catedral de Sevilla y vuelven a sus respectivos templos, coincidiendo todas en un tramo conocido como la Carrera Oficial, que comienza en La Campana. Es imprescindible hacerse con un Programa de Semana Santa, en papel o digital, para conocer los horarios y recorridos de cada procesión.

Las seis cofradías más importantes de la Semana Santa sevillana salen a la calle durante la noche del Jueves Santo al Viernes Santo, en lo que se conoce coloquialmente como la Madrugá: el Silencio, el Gran Poder, la Macarena, el Calvario, la Esperanza de Triana y los Gitanos.

Las procesiones van precedidas por la Cruz de Guía, acompañada por un par de faroles. Tras ellos desfilan tramos de Nazarenos: hermanos que, ocultando su identidad bajo una túnica y un capirote, portan un cirio o una o varias cruces como penitencia. Algunos, incluso lo hacen descalzos.

Tras los penitentes, a cara descubierta, van los acólitos, que llevan ciriales y un incensario, e inmediatamente después, el paso. Lo habitual es que cada hermandad saque dos «pasos» precedidos por tramos de Nazarenos. Estos pasos son plataformas de madera labradas y adornadas con flores y velas sobre las que se coloca una o varias esculturas religiosas de madera policromada. El primero de los pasos suele representar al Señor crucificado (paso de Cristo) y el otro a la Virgen María, vestida con un manto bordado y cubierta por un palio o toldo de tela bordada sujeto por varales de plata (paso de Palio).

Debajo del paso, ocultos tras un faldón de terciopelo, se encuentran las cuadrillas de costaleros, que se van relevando a lo largo del recorrido del paso por la ciudad. Son miembros de la hermandad que se ofrecen voluntarios para hacer este trabajo como penitencia. Cada costalero puede cargar sobre su cuello, protegido por un costal, entre 25 y 50 kilos dependiendo del paso. A los costaleros los dirige el capataz, encargado de conducir con destreza el paso por las calles de la ciudad.

Finalmente, tras los pasos, suele ir una banda de música que interpreta marchas procesionales. Ciertas hermandades, conocidas como «de silencio», bien carecen de banda o bien llevan únicamente un trío o cuarteto compuesto por fagot, clarinete y oboe.

En esta fiesta, declarada de Interés Turístico Internacional en 1980, el público se convierte ocasionalmente en protagonista. Es tradición que los niños se acerquen a los Nazarenos para hacer bolas multicolores con la cera que derraman de sus cirios. También lo es que, desde los balcones, artistas contratados o espontáneos, canten una saeta flamenca al paso de las imágenes de la procesión.